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miércoles, 10 de septiembre de 2008

PALOMAS NO, PLUMAS SI... PERO EN LOS NORDICOS

A partir de este artículo comenzará un nuevo espacio en este Blog que recogera los escritos que mi humilde persona escribe para el diario Úbeda Información en el apartado "He dicho". Comenzaré por este y hablándoros de Manolo. Manolo es un ubetense que vivía con el sufrimiento de una plaga, lo más parecida a la película de Alfred Hitchcock, de pájaros, pero en este caso de palomas. Manolo veía como estos seres le daban la guerra una y otra vez en su casa, en sus tejados, en su patio, en sus ventanas, en definitiva, dando guerra y más guerra, lo contrario al prototipo de paloma con la rama de olivo en el pico que simboliza otra cosa que parece ser estas ratas voladoras aún no conocen, la paz.
Pues bien, me hago eco de aquel artículo porque, hoy por hoy, no es solo Manolo el que sufre las almorranas, perdón, las palomas en silencio. Por ejemplo, nuestro ayuntamiento en su patio, para que los turistas puedan descansar, podrán colocar un colchón de plumas de paloma e incluso sus limpiadoras pueden rellenar el nórdico en invierno con la gran e inmensa cantidad de ellas que suele haber. Y digo esto porque es un auténtico paseo por una alfombra de plumas de paloma. ¿Por qué no se recupera aquel título, poco honorífico por cierto, del concejal palomero?
Son muchos los rincones y patios ubetenses que se ven colapsados por los escrementos y plumas de estas aves, residuos que en muchísimas ocasiones se convierten en atascadores de imbornales, sumideros, canalones, en apetitoso “efecto llamada” para otros de los pesados del verano, los mosquitos y las moscas. Son muchos los vecinos que, una y otra vez, tienen que limpiar su patio con el consecuente perjuicio que acarrea para los maltrechos depósitos acuíferos de nuestro entorno y no digamos si tenemos que volver a lavar la ropa que tendimos en su momento pero que por el infortunio de una “caquita”, por no llamarla de otra forma, que nos dejan caer sobre nuestra colada, tuvimos que volver a lavarla, “caquita” incluso a veces corrosiva.
Son muchas las ciudades que, hoy por hoy, se muestran repletas de estos seres vivos que resultan simpáticos en ocasiones pero que en la mayoría perjudican el entorno. Afean monumentos, deterioran tejados, ensucian nuestras calles, patios, plazas o perjudican nuestra vestimenta, entre otras muchas cosas. En algunas de estas ciudades se toman medidas, efectivas o no, pero que dan algún resultado, en Úbeda lo dio de alguna forma con las trampas colocadas en algunos puntos, allá cuando existía el famoso “concejal palomero”, por aquel entonces, Fernando Expósito. ¿No habría forma de atajar este lamentable aspecto que presenta nuestro casco histórico? ¿No hubiera sido efectivo traer la tan cacareada “Cetrería” en las fiestas del renacimiento, dejando a estas aves a su merced para poder descongestionar el entorno de plumíferos palominos?
En aquel artículo que mencionaba al comienzo, Manolo, estaba dispuesto a todo, incluso a formar una improvisada caseta de “Tiro al Pichón” en pleno casco histórico, una cuestión que no vio del todo correcta pero que seguro hubiera dado algún resultado. Manolo no descansó por culpa de estos seres y aún sigue arreglando desperfectos al igual que muchos de los vecinos que viven por el centro histórico y es que las palomas han declarado la guerra a base de plumas y residuos orgánicos corrosivos. Por ello y como vecino afectado, que también me considero, invito a nuestro equipo de gobierno a tomar medidas efectivas urgentes contra esta plaga que nos invade, ratas voladoras que no traen nada bueno, por muy bonicas que sean o por muchas fotos que puedan protagonizar. Por cierto, entre los muchos daños que ocasionan también están los psicológicos y sino que se lo pregunte a mi canario, que canta poco, pero con el susto que estos seres le ocasiona aún canta menos. Palomas no, plumas sí, pero en los nórdicos de invierno. He dicho.

Este verano en la playa

Sales de tu ciudad y todo te parece paradisiaco, siempre mejorando lo presente. Fijaros en la estampa que cualquier cámara fotográfica (con una poquita de maña) hubiera captado. Se trata de un rinconcito de un pueblecito pesquero de Murcia llamado la Azohía de la comarca de Cartajena. Esta enclavado en un punto que con poco que aguardes las horas para el atardecer sorprenderá gratamente. Por cierto, sus playas albergan una gran cantidad de bancos de peces que te rodean e incluso te dan besitos. Eso si, si llevas la famosa marca de crema contra las medusas no se te acerca ni tu mujer. El lugar es recomendable y aquí os dejo una instantánea de lo que pude captar este verano.